Jardín de la Croix

Jardín de la croix, música clásica del siglo XXI, volvemos a donde lo importante es el sonido, donde el ritmo, intensidad y matiz son los protagonistas. Pocos son los atrevidos que dejan al que escucha libertad de recepción. 

Vivimos en un mundo en el que todo comunica, por eso es muy difícil no dirigir al público con letras que cuentan historias.

Música intimista donde el detalle se convierte en el actor principal.

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Jardín de la croix construyen palabras con sonidos que recrean significados de experiencias. 

Sonidos oscuros, trágicos, pero llenos de magia rompen lo tradicional para experimentar. Estructuras aparentemente cíclicas secuestran la rutina. Creadores de tensión a través de ritmos indefinibles cuyo fin es el infinito. Sus temas incitan a un camino por lo desconocido, atento a todo lo que pasa a tu alrededor, la adrenalina se dispara y el miedo se convierte en tu amigo. A través de las distorsiones de la guitarra fabrican los efectos necesarios para ambientar la atmósfera incierta que levantan a tus aledaños. 


De manera organizada sincronizan los instrumentos para llevar al receptor por donde ellos quieren, consiguen el silencio en la escucha y aunque hagas el esfuerzo de intentar descomponer los instrumentos te es imposible, son un conjunto de música que explota a su antojo. Conocedores de lo que hacen, no venden música sino emociones. 


Entre todas sus influencias echo en falta alguna cinematográfica porque me parece música de cine que enmarcaría con "x" director cuyas películas están llenas de un bello horror y un encanto anhelista, una transgresión, una lucha, una estética implecable, una perfección indudable. 


Jardín de la croix, elegantes sonidos que se cuelan en el palacio real para empezar la revolución de manera intimista. 

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